
En 2023 la población española se expuso a, al menos, 130 plaguicidas presentes en sus alimentos cotidianos, un 23% más que el año anterior, según los últimos datos disponibles del Programa de Control de Residuos de Plaguicidas de la Agencia Española de Consumo, Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN), analizados por Ecologistas en Acción.
De los 130 plaguicidas detectados, 60 son sustancias no autorizadas por la Unión Europea; 15 son sustancias candidatas a ser sustituidas porque tienen efectos cancerígenos, tóxicos para la reproducción, de disrupción endocrina o que cumplen dos de las tres siguientes características: persistencia, bioacumulación y toxicidad; 49 son disruptores endocrinos (EDC) que dañan al sistema hormonal y 15 son sustancias per y polifluoradas (PFAS), tóxicos muy persistentes que se relacionan con graves problemas de salud.
Aunque el porcentaje de muestras contaminadas por encima del límite legal fue bajo, del 1,73%, Ecologistas en Acción da un paso más allá y analiza los plaguicidas que se detectan en los alimentos, un análisis importante porque en el caso de los plaguicidas no autorizados, candidatos a la sustitución, disruptores endocrinos y PFAS cualquier cantidad ingerida puede suponer un riesgo para la salud. Además, todos ellos componen un cóctel tóxico ignorado del que la comunidad científica alerta.
En cifras, el 37% de los alimentos contenían residuos de plaguicidas, porcentaje que asciende al 41% en el caso de frutas y verduras. En el 24% de las ocasiones, las muestras estaban contaminados por 2 o más pesticidas a la vez. En algunas frutas, como mandarinas o pimientos, la contaminación múltiple es tal que se detectaron 9 plaguicidas en una misma pieza. En el caso de las mandarinas, el 70% de las muestras analizadas estaban contaminadas por dos o más plaguicidas, con el consiguiente riesgo de efecto cóctel.
El origen de los alimentos influye en la toxicidad de los plaguicidas que los contaminan. El 10% de los alimentos importados contienen plaguicidas no autorizados, más tóxicos, frente al 4,70% de muestras con estos plaguicidas prohibidos en los alimentos locales. Sin embargo, para otros plaguicidas como los disruptores endocrinos, los candidatos a la sustitución y los PFAS, la contaminación es mayor en productos españoles.
Estos datos muestran la amplia exposición de la población española a plaguicidas a través de la alimentación, lo que supone un riesgo para la salud de la población, para las personas que producen esos alimentos y para la naturaleza, puesto que todas estas sustancias, muchas de ellas no autorizadas o candidatas a ser sustituidas por su toxicidad, llegan a la boca de la población a través de los alimentos, pero también a través del agua potable contaminada con numerosos plaguicidas de origen agrario.

Ecologistas en Acción considera que el Ministerio de Agricultura debe cambiar el rumbo que ha seguido durante años y ayudar a que los alimentos producidos en España se diferencien como productos sin tóxicos que permitan vivir digna y saludablemente a las personas que los producen. Esto redundaría en una mejora de la naturaleza y de la soberanía alimentaria necesaria para resistir luchas comerciales como la actual de los aranceles.
Es aconsejable consumir alimentos locales, en los que la posibilidad de contaminación por sustancias prohibidas es menor. Además, consumir local evita impactos ambientales del transporte y favorece a nuestra agricultura.
La Unión Europea debe prohibir la exportación y mejorar la vigilancia en las fronteras y dentro de ellas para evitar la entrada y uso de plaguicidas prohibidos
Se recomienda a la población que elija alimentos de temporada, evitando así parte de los plaguicidas que se emplean para conservar frutas y verduras, y locales, que evitan el impacto del transporte a grandes distancias.
Siempre que sea posible, es recomendable consumir sin plaguicidas pero sin olvidar que comer alimentos sin tóxicos es un derecho de toda la población, no el privilegio de una élite.
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