Salam alaikum
A menudo leemos artículos y asistimos a seminarios web que identifican salud con halal, cuando esto no es tan cierto como a simple vista parece, al menos en la práctica.
Muchos entendidos gustan decir: "Vale la pena mencionar que no solo los musulmanes, sino también los consumidores no musulmanes, prefieren los productos y servicios con certificación halal debido a la percepción de que son limpios y saludables", cuando esta retahíla de manifestaciones no está plenamente justificada.
Las certificaciones halal que se emiten hoy en día no deben ser entendidas, bajo ningún concepto, como “saludables”, es decir, “libres de toxicidad”, pues en su gran mayoría, por no decir todas, lo que vienen a decir, que no siempre lo consiguen, es que lo que señalan como halal está libre de restos de porcino y nada más.
Las certificadoras han preferido olvidar el concepto de salud, una cualidad que es inherente al halal y que no puede ser separada del mismo bajo ningún concepto.
Ninguna certificadora cuenta con laboratorio propio. Cuando tienen necesidad de analizar productos se limitan a contratar servicios de laboratorio externos, y siempre centrados en la búsqueda de ADN de cerdo, siendo éste su único esfuerzo a la hora de desplegar acciones tendentes a descifrar la esencia de un producto. Hay certificadoras que certifican sin haber gastado un céntimo en laboratorios independientes, confiando tales menesteres a personal de su confianza, quienes realizan simples inspecciones visuales.
Por otro lado, ninguna certificadora cuenta con profesionales de la dietética y otros especializados en salud alimentaria, de ahí que ninguna pueda certificar halal “saludable”.
Cierto. Ninguna certificadora dispone de los medios técnicos necesarios para depurar y certificar que un producto es enteramente halal desde la perspectiva de la salud como razón intrínseca del halal, tal como está conceptuado en el cuerpo doctrinal del Islam, o lo que es lo mismo: Halal=Salud.
De cada cinco certificados halal que se emiten, tres están destinados a la industria cárnica, cuando todos sabemos que una gran mayoría de estos productos no son saludables, es decir, que están certificados halal sin ser enteramente saludables pues, las certificadoras no ofrecen datos sobre las virtudes saludables de los productos que certifican, limitándose todas a declarar que “es halal”, pero sin decir nada más, por lo que conviene revisar conceptos y convicciones: Un certificado halal no debe ser conceptuado automáticamente como saludable.
Que las certificadoras halal no certifican salud está fuera de duda, pues ninguna gastó un céntimo en realizar investigaciones para conocer los efectos que puede producir en la salud humana comer carne aturdida y no aturdida, teniendo como base las hormonas del estrés y el daño que produce en ellas una descarga eléctrica, aplicación de gas o cualquier otro procedimiento generador de tensión.
Por otro lado, los expertos alertan de un aumento de la obesidad, diabetes, colesterol alto, hiperactividad, etcétera, incluso en edades tempranas, y esto no solo en países occidentales, sino también en países musulmanes.
Hoy día vemos etiquetas de certificados halal en dulces, galletas, chocolates, patatas fritas, limonadas, helados y tantos productos de naturaleza parecida… y todos sabemos que no son nada saludables pero, aún así, las certificadoras les estampan el sello “halal”.
Por eso, y porque ese halal que certifican no es sinónimo de salud, pedimos a las certificadoras que resuelvan convenientemente su propósito existencial, pues si van a seguir limitando su actividad a certificar inexistencia de porcino, estarán faltando a la verdadera esencia del halal, que no es otra que la propia salud como valor capital de todo ser humano.
Desde Acoha seguiremos insistiendo en que las certificaciones halal deben adaptarse al concepto de salud.